viernes, 10 de diciembre de 2010

there is a big hard sun

Ahí estaba otra vez, persiguiéndola.
Cruza la calle, sabedora de que está detrás, de que le pisa los talones.
Trata de correr.
Le tiemblan las piernas pero  aún así consigue darle esquinazo.
Llega a casa, por fin, sana y salva.
Llaman a la puerta y aparece él.
La asfixia, la presiona.
- No puedes escapar, tarde o temprano te vuelvo a alcanzar. -dice él -. No puedes huir de mi, no puedes huir del futuro, ¿entiendes?
Tras esto, él se va.
"Sólo pretende asustarme", piensa ella.

Una vez en la cama repite en su cabeza esas palabras, "no puedes huir del futuro", y reconoce que, tristemente, es así, que cada segundo que vive forma parte del pasado en el segundo siguiente, y cada instante es el último antes de que el futuro caiga sobre el instante que va después.
De la misma manera que el agua se mueve río abajo hasta que se pierde en el mar, el tiempo llega a su vida y avanza hasta perderse en el océano de su porvenir, sin posibilidad alguna de volver atrás, el río sólo puede ir hacia abajo, y nunca sube, nunca retoma su cauce, y sabe cuál es su destino, sabe qué es lo que le espera al otro lado de la desembocadura: otras especies, mucha sal pero, al fin y al cabo, la misma masa acuosa en otro lugar.
Desesperanzada, termina por dormirse.
Entre girones de sueños piensa que quizás haya una solución, quizás si en vez de correr huyendo del destino trata de volar, puede que llegue más alto, más allá de lo que abarca su vista, y puede que allí vea el mundo como es en realidad, salvaje, completo, duro e impasible. "Pero al menos será mi vida, la vida que yo haya decidido vivir", le susurra ella a la almohada.


there's a big,
a big hard sun
beating on the big people
in the big hard world.