jueves, 21 de julio de 2011

Build it up just to burn it back down

Hoy estoy melancólica. Ya, en efecto, cada vez que escribo aquí es precisamente por eso, lo sé, la melancolía me incita a escribir, qué le vamos a hacer.
La cuestión es que hay en mi vida un hecho recurrente, una sensación imperecedera que se mantiene en estado de latencia y que siempre, siempre, acaba por reactivarse y volver, algo a lo que yo llamo mi certeza absoluta, un conocimiento seguro y claro de algo que existe por sí mismo, incondicionado. Algo que simplemente es así. Que yo no puedo controlar. Que tan pronto me doy cuenta de que lo he olvidado, reaparece con toda su fuerza.
Sí, realmente es un fastidio, porque ahora, cada vez que vuelve a mi, me hundo inevitablemente, ya no hay gozo en recordar los buenos momentos, sólo tristeza porque ya no existe ni la millonésima parte de esa conexión innata que me unía a ti.
Miento, la conexión existe, no creo que pueda desaparecer tal vínculo, lo que no existe es el amor, ni la amistad, ni la paz en una mirada, más que nada porque ya ni siquiera existen las miradas.
Me apena mucho este hecho, especialmente hoy. Siempre vuelve a surgir en mi cabeza, pero pienso que quizá el herido pronto sane y sea feliz con lo poco que necesita para llevar una vida apacible. El problema ahora es una nueva certeza absoluta, la de que nada será igual, ni parecido, jamás, nunca.
Entonces ahora cada vez que llega el día D y la hora H (ese día en que vuelves a mi mente y esa hora, esa fatídica hora en la que termino por hundirme), siento una pena inmensa, como la de haberse sabido al alcance de la felicidad, por estarla incluso disfrutando y que, de repente, la oscuridad lo pueble todo y te arrastre lejos de ese edén espiritual que era su corazón abierto.
Es desgarrador sentir como, uno a uno, cada uno de los lazos se va soltando, llevándose consigo mil y una alegrías y sus correspondientes tristezas.
Tengo la sensación de que el último lazo se ha soltado ya, y ahora solamente me hayo despeñándome en un vacío tal que apenas siento la fuerza de la gravedad y la manera en que esta tira de mi hasta lo más profundo de la oscuridad.
Siento haberte perdido como amigo, como confidente, como una parte de mi.
Siento tener que reconocer que te echo de menos, y que hace siglos que lo hago.

lunes, 4 de julio de 2011

The Storyteller

Él es esa clase de persona. Aún no sabes de qué clase se trata exactamente, pero sin duda él es el máximo representante.
Le dije que escribiría sobre él y que lo titularía así, The Storyteller, porque utiliza la cabeza para llevar cresta y para pensar en mil historias que contar. Un pequeño cuentacuentos de tez morena y sonrisa pilla.
He perdido el papel en el que un día de biblioteca comencé a divagar sobre la profundidad de sus ojos y sobre su forma de fumar, compulsiva, impulsiva.
Diré además que sus ojos son oscuros y profundos, le gusta presumir diciendo que son negros aunque en el fondo y a la luz del sol son apreciables los distintos matices de marrón intenso que los conforman. Sólo acerca de su mirada podrías escribir enciclopedias ilustradas enteras y aún andarías lejos de lo que en realidad es. Es un mundo diferente, pero no se puede pasar, sólo puedes asomarte al abismo y sentir el vértigo y apartar la mirada, porque sabes que él puede más. De hecho eso él también lo sabe, y se divierte retando con la mirada a cualquiera que se cruza en su campo de visión.

Recuerdo que la parte final de aquello que escribí uno de esos días de biblioteca decía que, a pesar de lo oscuro de su mirada, al fondo se atisbaba un brillo bien distinto, pero que lo que eso significaba no podía decirlo ahora, porque entonces no habría historia. A día de hoy aún no sé qué esconden esas dos pupilas negras, pensé escribir esto cuando ya lo supiera, pero ya he explicado antes que se podrían escribir enciclopedias enteras y que no nos acercaríamos a la verdadera realidad que pueden esconder esas dos ventanas abiertas al inmenso caos de su mirada.

Realmente desconozco si existe tal caos, es sólo lo que me gusta pensar a mi, que detrás de su aspecto desarrapado y la fuerza que parece que le envuelve hay una profundidad en una dimensión distinta.

Me hace gracia porque sabe que soy débil y que no soporto una mirada, y se ríe de mi vulnerabilidad, a veces incluso llega a hacerme sentir mal, y él lo sabe y lo soluciona y no puedo imaginarlo triste, no sé cómo es él decaído, porque es todo energía positiva y adoro que la comparta con todos nosotros.

Y ya está, ya he escrito sobre ti, no ha quedado nada literario ni nada poético, sólo ha quedado real.
Hope you like it, bitch.