lunes, 29 de agosto de 2011

Conformarse o morir

Es la historia de un alma en pena que vaga a lo lejos, en un reflejo de tu mirada, en el recuerdo del tacto de una nube inmensa, gris, pero blanda, agradable.
Es la lluvia, gota a gota, inundando la ciudad, ocupada en crear espejos en cada hondonada del asfalto, entre adoquín y adoquín, entre tus pasos y los míos, por detrás, tan atrás. Rebotando estoicamente contra la tela negra del paraguas.
Te detienes - yo me detengo, muchos metros lejos de ti.
Cierras el paraguas, miras al cielo. Las gotas resbalan por tus mejillas, las lágrimas rebosan y se lanzan la vacío, calle abajo, las perdí de vista al pestañear.
Y ahí estás, absolutamente inmóvil entre los peatones atareados. Y yo te miro. Ahora lo has sentido, has notado mis ojos clavándose en tu nuca y te has girado y has mirado a través de mi, como si de un vidrio se tratara. Mirabas en mi dirección, más allá de mi mirada, en algún punto en otra galaxia en esa misma ciudad.
Una vez más echaste a andar y te volví a perder. Atravesada aún por tu intensidad fui incapaz de mover un solo músculo. Te dejo marchar, como se dejan marchar a las aguas, corriendo abajo y más abajo. Y me vuelvo a conformar con la sencilla felicidad de despertarme y ver que el sol brilla un día más, sin tus cejas nublando el cielo, y me alegro de que la lluvia vele siempre mi rostro y de que tus ojos no sepan ver en la oscuridad.

jueves, 21 de julio de 2011

Build it up just to burn it back down

Hoy estoy melancólica. Ya, en efecto, cada vez que escribo aquí es precisamente por eso, lo sé, la melancolía me incita a escribir, qué le vamos a hacer.
La cuestión es que hay en mi vida un hecho recurrente, una sensación imperecedera que se mantiene en estado de latencia y que siempre, siempre, acaba por reactivarse y volver, algo a lo que yo llamo mi certeza absoluta, un conocimiento seguro y claro de algo que existe por sí mismo, incondicionado. Algo que simplemente es así. Que yo no puedo controlar. Que tan pronto me doy cuenta de que lo he olvidado, reaparece con toda su fuerza.
Sí, realmente es un fastidio, porque ahora, cada vez que vuelve a mi, me hundo inevitablemente, ya no hay gozo en recordar los buenos momentos, sólo tristeza porque ya no existe ni la millonésima parte de esa conexión innata que me unía a ti.
Miento, la conexión existe, no creo que pueda desaparecer tal vínculo, lo que no existe es el amor, ni la amistad, ni la paz en una mirada, más que nada porque ya ni siquiera existen las miradas.
Me apena mucho este hecho, especialmente hoy. Siempre vuelve a surgir en mi cabeza, pero pienso que quizá el herido pronto sane y sea feliz con lo poco que necesita para llevar una vida apacible. El problema ahora es una nueva certeza absoluta, la de que nada será igual, ni parecido, jamás, nunca.
Entonces ahora cada vez que llega el día D y la hora H (ese día en que vuelves a mi mente y esa hora, esa fatídica hora en la que termino por hundirme), siento una pena inmensa, como la de haberse sabido al alcance de la felicidad, por estarla incluso disfrutando y que, de repente, la oscuridad lo pueble todo y te arrastre lejos de ese edén espiritual que era su corazón abierto.
Es desgarrador sentir como, uno a uno, cada uno de los lazos se va soltando, llevándose consigo mil y una alegrías y sus correspondientes tristezas.
Tengo la sensación de que el último lazo se ha soltado ya, y ahora solamente me hayo despeñándome en un vacío tal que apenas siento la fuerza de la gravedad y la manera en que esta tira de mi hasta lo más profundo de la oscuridad.
Siento haberte perdido como amigo, como confidente, como una parte de mi.
Siento tener que reconocer que te echo de menos, y que hace siglos que lo hago.

lunes, 4 de julio de 2011

The Storyteller

Él es esa clase de persona. Aún no sabes de qué clase se trata exactamente, pero sin duda él es el máximo representante.
Le dije que escribiría sobre él y que lo titularía así, The Storyteller, porque utiliza la cabeza para llevar cresta y para pensar en mil historias que contar. Un pequeño cuentacuentos de tez morena y sonrisa pilla.
He perdido el papel en el que un día de biblioteca comencé a divagar sobre la profundidad de sus ojos y sobre su forma de fumar, compulsiva, impulsiva.
Diré además que sus ojos son oscuros y profundos, le gusta presumir diciendo que son negros aunque en el fondo y a la luz del sol son apreciables los distintos matices de marrón intenso que los conforman. Sólo acerca de su mirada podrías escribir enciclopedias ilustradas enteras y aún andarías lejos de lo que en realidad es. Es un mundo diferente, pero no se puede pasar, sólo puedes asomarte al abismo y sentir el vértigo y apartar la mirada, porque sabes que él puede más. De hecho eso él también lo sabe, y se divierte retando con la mirada a cualquiera que se cruza en su campo de visión.

Recuerdo que la parte final de aquello que escribí uno de esos días de biblioteca decía que, a pesar de lo oscuro de su mirada, al fondo se atisbaba un brillo bien distinto, pero que lo que eso significaba no podía decirlo ahora, porque entonces no habría historia. A día de hoy aún no sé qué esconden esas dos pupilas negras, pensé escribir esto cuando ya lo supiera, pero ya he explicado antes que se podrían escribir enciclopedias enteras y que no nos acercaríamos a la verdadera realidad que pueden esconder esas dos ventanas abiertas al inmenso caos de su mirada.

Realmente desconozco si existe tal caos, es sólo lo que me gusta pensar a mi, que detrás de su aspecto desarrapado y la fuerza que parece que le envuelve hay una profundidad en una dimensión distinta.

Me hace gracia porque sabe que soy débil y que no soporto una mirada, y se ríe de mi vulnerabilidad, a veces incluso llega a hacerme sentir mal, y él lo sabe y lo soluciona y no puedo imaginarlo triste, no sé cómo es él decaído, porque es todo energía positiva y adoro que la comparta con todos nosotros.

Y ya está, ya he escrito sobre ti, no ha quedado nada literario ni nada poético, sólo ha quedado real.
Hope you like it, bitch.

lunes, 6 de junio de 2011

Etéreo

Abrió los ojos y se descubrió sumida en las oscuras profundidades de un mar en calma.
Ningún ruido alteraba el suave mecer de las corrientes, de las algas, de los seres submarinos.
Delicadas burbujas de aire aparecían por el fondo y nadaban grácilmente hasta la lejana superficie.
No sintió impulso alguno por respirar a pesar del tremendo vacío que anegaba su pecho.
Una vaga luz se dejaba filtrar por las olas, iluminando tenuemente los restos de alguna antigua
civilización, extinta tiempo atrás, barrida por las corrientes, olvidada, definitivamente sepultada.
Pronto la presión en el pecho se hizo insoportable y buscó desesperadamente la manera de ascender.
Nadaba y nadaba, tiraba y tiraba de si misma, pero parecía sumergirse cada vez más.
Aguas cada vez más frías, más oscuras, más silenciosas, más solitarias y asfixiantes, cada vez más
fuerte la presión en sus oídos.
Algo tiraba poco a poco del débil hilo de su consciencia, los ojos ya cerrados, el cuerpo entumecido.
Finalmente cayó dormida, extenuada por el vano nadar y así, muy despacio, se la fue tragando el mar.

sábado, 28 de mayo de 2011

Life in Technicolor

Me he dado a la nostalgia, sentada al sol, café en mano, solo, oscuro, humeante.
Tengo hoy una extraña sensación de frío, a estas alturas del año.
Me abstraigo y me dejo llevar por la paz del momento.
Escucho a los vecinos, en el jardín, con los niños. Todos hablan, gritan, se retuercen de risa. Puedes sentir la felicidad de sus miradas sólo con oírles.
Termino por llegar a los recuerdos al fondo de mi memoria. Canciones y juegos y risas pero, sobre todo (y esto es lo que mejor recuerdo), despreocupación, sensación de bienestar completo y absoluto. Recuerdos de ridículos espantosos y de sonrisas infinitas.
Oigo un coche y vuelvo aquí, y se hace presente en mi mente la clara certeza de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Es probable que en el pasado nuestro presente también tuviera luces y sombras, de hecho estoy segura de que así fue, pero en la ignorancia infantil no hay sitio para una sombra, pues al encender la luz desaparece, llevándose el menor atisbo de miedo o de tristeza.
Si vuelvo atrás compruebo que los colores son bien distintos y que ahora la alta definición los ha matado por completo. Un pasado colorido, un presente gris y un futuro incierto y negro como la pez.
Vamos perdiendo la capacidad de encontrarle el vivo color a la propia vida, una paradoja más que sumarle a nuestro triste existir.
Me acabo el café pero permanezco aquí, deseando poder despertar y comprobar que todo esto fue un mal sueño y que aún estoy allí, envuelta por un arco iris existencial, sin necesidad de plantearme nada más, nunca más.

lunes, 2 de mayo de 2011

Take the money and run o Gana dinero con tu blog y otras historias

Últimamente me he parado a pensar en mi, no de un modo egocéntrico ni narcisista, sino elemental, sobre mi estado anímico, sobre mi vida, sobre las cosas que pienso y las que hago.
De un tiempo a esta parte han desaparecido los días más duros. Es decir, hay días horribles en que nunca puedes dejar de llorar, o en que nadie parece merecer una buena palabra, hay días muy malos pero, con todo, no son tan malos como los de antes.
Antes, uno de esos días, me acostaba por la noche y nunca llegaba la mañana. No había Dios que me sacara de la cama. Estaba tan triste que no me sentía capaz de pensar si quiera. Se desataba la tormenta. Sé por qué lloraba, por lo que aún hoy lloro, pero ya no es de la misma forma. No sé si es conformismo vital pero, aunque esté cansada, me levanto cada mañana.
Aquello que aún me corroe por dentro es el futuro. Presumo de no preocuparme por él. Supongo que no lo hago en temas que pueden variar, que se me escapan, pero en aquello que es inevitablemente cierto solía enfrascarme una y otra vez hasta acabar agotada. El futuro es duro. Lo que la vida nos depara. A todos nos depara lo mismo, a grandes rasgos: estudia para ser una persona de bien, rodéate de otras personas de bien, encuentra a tu media naranja o a tus gajos preferidos, asciende llevándote por delante a cuantas personas puedas, trabaja como si te fuera la vida en ello, ahorra dinero, dinero, dinero, paga una casa, un coche, el colegio de los niños, dinero, dinero, dinero, esfuérzate para que el día de mañana tengas una buena pensión, dinero, dinero, dinero, cómprate algo a la última moda, págate una semana de vacaciones en la playa, pero controla tus gastos porque tu madre ya es vieja y quizá necesite ir a una residencia, además tus dientes ya no son lo que eran y unas prótesis decentes cuestan un riñón, colabora con el tercer mundo donando un sucio euro a una organización decadente, ojo con la hipoteca, parece que este mes vamos justos, trabaja, trabaja, trabaja, dinero, dinero, dinero, consume, consume, consume, vuelve trabajar, vuelve a ahorrar, vuelve a consumir, y después de trabajar toda tu vida como un condenado, resulta que el cuerpo envejece y te vas marchitando lenta y dolorasamente, con un poco de suerte al final podrás pagarte un bonito agujero en el que caerte muerto por lo menos los siguientes treinta años después de la fecha oficial de tu defunción y no, aquí no acaba la historia, lo mismo le pasará a tus hijos o a tus sobrinos, igual que le pasó a tus padres y a tus abuelos. Vive mucho para así poder consumir mucho, dale valor al dinero con la sangre que pierdes a cada paso que das, no trates de luchar, pues poco se puede hacer salvo dejarse llevar. Es prácticamente imposible escapar a esas expectativas, imposible escapar del poder del dinero y de su yugo de destrucción.

Me da miedo el futuro, ese futuro, pero más miedo me da el hecho de saber que ya no sufro como antes. Si sufres es porque estás vivo. Prefiero sufrir antes que rendirme, al menos sabré que aunque mi cuerpo sea una máquina, mi cerebro sigue teniendo un atisbo de cordura.

miércoles, 27 de abril de 2011

Reflexiones a la desesperada

Como un huracán, o incluso como dos. Se pierden mis pensamientos, mis sentimientos, hoja arriba, hoja abajo. Es decepcionante saber que la vida es sólo morir poco a poco, en la mayoría de los casos. Que el tiempo que nos queda es el que tenemos ahora en nuestras manos, efímero, incierto.
Nunca tenemos el control. Lo que hacemos da lugar a una serie de consecuencias que quizá nunca hubieran existido si los hechos hubieran variado en el más sutil de los matices. Casi sin darnos cuenta las situaciones se suceden fortuitas como lo hacen los minutos, sin posibilidad de retomarlos, reformarlos, readaptarlos.
A menudo siento el peso del tiempo, que todo lo cambia, segundo a segundo. Nada dura eternamente. Por desgracia la vida, a pesar de breve, es suficientemente extensa como para que se consuman cientos de situaciones que merecerían perdurar más allá de lo que la Tierra puede llegar a ser capaz de soportar.
Sin embargo todo, sin excepción, llega a su fin, aunque por largo tiempo podremos seguir disfrutando del brillo que irradiaban debido a la distancia que separa a los recuerdos de la realidad, como las estrellas, decadentes y lejanas.
Es triste darse cuenta de la capacidad innata que muchos tenemos para perder el tiempo.
Pensar en él no lo hará pasar más lentamente. Conocerlo no permitirá detenerlo.
Y una y otra vez, sea lo que sea lo que me pueda ocurrir, me vuelvo a sentar y vuelvo a pensar, y al final a la única conclusión a la que puedo llegar es a la misma de las veces anteriores: el tiempo no espera por nadie, la vida no espera por nadie. Puedes despertar y tomar las riendas de tus auténticas decisiones. Exponerse al riesgo sólo puede salir bien, al fin y al cabo, el desenlace es el mismo, más tarde o más temprano la vida decide poner punto y final, y más vale que la haya aprovechado porque nadie me va a regalar una segunda oportunidad.

lunes, 18 de abril de 2011

delicate

you could have saved me
after all












there's no more time for heroes.

domingo, 17 de abril de 2011

L'infini















Escarpadas las esquinas y
sinuosas las callejuelas
que afilan los rincones
de la vieja ciudad.
Arriba una luna de plata
lo baña todo de inmensidad,
y teñido de oscuridad se halla
aquello que el viento no talla,
lejos, donde se escucha el mar.

Rompen sonoras las olas de su tempestad,
dejando tras de sí la calma
de una noche sin alba
y la angustia de su soledad.

domingo, 20 de marzo de 2011

can't help but feel

Late más fuerte que nunca esa sensación de que la vida no te pertenece en absoluto.
Que el mundo es demasiado extenso como para pensar si quiera en cerrar los ojos, es tan, tan grande que la existencia individual se convierte en algo ínfimo, tan exhuberante que el entorno en el que vives va apretando cada vez más tu cuello.
Sentir en algún momento que el que creías tu sitio se ha convertido en cuatro paredes en las que el oxígeno escasea.
Te detienes, reflexionas, ¿es este, acaso, el momento o el lugar?
Y no lo es.
Divina insatisfacción. Nunca lo es.
Duele saberlo, duele reconocerte equivocado e incluso perdido, pero una vez equivocado e incluso perdido la única opción es elevar la vista hacia delante y echar a andar.
Recorrer un camino sin saber hacia donde conduce, simplemente dejar que los pasos te guíen y aprender a respirar.

miércoles, 9 de marzo de 2011

escape the nest

Corría tanto como le permitían sus pies. No fue consciente de la velocidad que llevaba hasta que se dio cuenta de que había alcanzado los altísimos maizales que marcaban los límites de su sencilla existencia.
No sabía de qué huía, sólo sabía que había tomado la determinación de partir rápida e inmediatamente y, sin tiempo de pensar, sus piernas comenzaron a acelerar, como una locomotora cuando empieza a alejarse de la estación: primero despacio y después cada vez más deprisa, un engranaje tras otro se va activando, y el continuo girar de los hierros arriba y abajo y el humo creando caminos en la altura.
Siguió corriendo hasta que se topó con un árbol, un árbol que sus pies no quisieron esquivar, simplemente se detuvo y, sin dudar un segundo, se subió a la más alta rama.
Desde arriba vio las nubes, blancas como la nieve estampadas en el inmenso azul del cielo estival.
El extensísimo campo se abría entonces a un infinito dorado y verde, marrón y gris.
Cogió impulso y saltó. pero el vértigo no le oprimió los pulmones ni la gravedad la atrapó con su red. Flotó abrazada al viento, avanzando cada vez más deprisa en dirección al sol, poniente y cálido.


segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer

martes, 8 de marzo de 2011

la misma mirada felina

Solían quererse tanto que a menudo se odiaban. 
Se odiaban como la Luna y el Sol, pero ella no podía vivir sin su luz cegadora y él necesitaba la frescura de sus noches.
A él le volvía loco el cielo estrellado en los ojos de ella. A ella le perdía el calor de los rayos de él. 
Se encontraban una noche cada muchas lunas llenas y estaban juntos hasta que se morían de calor. 
O quizá se encontraban un día pasados muchos soles y estaban juntos hasta que el frío les calaba los huesos.
Y después el tiempo se les echó encima, cayó como un telón al final de la actuación. 
Todavía hay noches en que la Luna se queda en vela recordando la suavidad de su intenso brillar, y pierde el color y se muere de pena, se apagan las estrellas y el cielo se cierra. 
Y aún hay días en que el Sol no sale y se esconde con las nubes a ver el día pasar, sin pensar en nada más que en tener que respirar. 

Y la Tierra en su eterno girar los mantiene inevitablemente unidos a la distancia insalvable que los separa, sin nada que hacer salvo alcanzar el amanecer y verse de lejos al atardecer, sin querer atreverse a extender el lazo que pueda desviar para siempre sus trayectorias. 


"en el bosque frutal de mi libertad, 
de su soledad, 
de nuestro vendabal"

lunes, 7 de marzo de 2011

asphyxia

Las noches sin su compañía eran como intentar respirar en el agua, asfixiantes, agobiantes, claustrofóbicas y sobre todo interminables. Pero siempre aparecía al amanecer, en el preciso instante en que los pulmones ya no dan más de si, cuando tu cuerpo se ve sacudido por fuertes convulsiones, buscando él mismo el aire que tú no le quieres dar, entonces un rayo de vida y luz deshacía la marea, y un doloroso pero placentero oxígeno se colaba en tu cuerpo llegando hasta la más insignificante célula, que se cargaba de vitalidad otra vez.

domingo, 6 de febrero de 2011

flores de ciudad

Las luces. ¿Te has fijado alguna vez en las luces?
Tintineando allá a lo lejos.
Débiles fragmentos brillantes entre toda esa oscuridad.
Debo reconocer que me apasionan las luces por la noche.
¿No te habías parado a pensarlo?
Nosotros dos aquí sentados, hace un momento era de día y ahora la noche se nos ha caído encima.
¿No crees que es algo especial?
El privilegio de verlas brillar desde nuestra posición, parpadean frágiles, efímeras.

viernes, 28 de enero de 2011

Inspiras, espiras, inspiras, espiras.
cierras los ojos.
caes dormida.
dejas que el tiempo pase, deprisa, despacio,
y te encoges hasta desaparecer en los pliegues de tu existencia, donde ni cielo ni tierra puedan observarte, influenciarte, dominarte.
sin nada más que este reloj de pulsera que te dice los días que quedan para volver a armarte de valor y salir de esta pecera.